lunes, 15 de marzo de 2010

Gira y veras

Bailamos, quizás es una pieza muy larga, muchos giros pero nada se compara a su mirada clavada en la mía, como si quisiera entrar en mi mente y responder sus preguntas y dejarme claro lo que piensa. Cada paso que damos es tan sincrónico que el corazón late al mismo tiempo y todos en el salón de baile lo escuchan y quedan atónitos. Me fijo en la manera en que su cabello parece moverse de forma adecuada para no que no se le cubra el rostro, y sus manos entrelazadas con las mías no dejan de palpitar de la fuerza que hacemos para no separarnos, su vestido tiene el color de la luna nueva en enero cerca de la costa oeste del país que invento para ella. Quisiera, solo mi alma sabe que mas quisiera poder estar con ella, no solo a las doce de la noche, cuando no se va porque decidió cerrar el libro de cenicienta, sino por el tiempo que le queda al mundo, pero ella se va y la espero, hasta cuando tenga que partir yo también, y bailaremos de nuevo, cuando la brisa traiga un cálido viento del trópico que derrita el hielo que consume la piel.

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